REVIEW: Severance – Temporada 1.
Uno de los grandes regalos que nos llevamos los espectadores del cada vez más gigantesco boom de las plataformas de streaming es que prácticamente cada semana tenemos nuevas series para elegir. Dramas, comedias, o lo que sea. Es casi imposible encontrar un viernes -aunque eso también está cambiando- en el que no estén anunciadas unas cuantas novedades, ya sea para «maratonear» durante el fin de semana o para empezar a ver de forma semanal. Es cierto que muchas, probablemente la mayoría de ellas, no son esas grandes producciones que conquistan a todo el mundo desde el primer minuto -solo faltaría que tuviéramos un bombazo cada semana- pero la gracia del asunto reside en que gracias a la cantidad de series que se emiten actualmente cada vez es más fácil y habitual encontrarnos con esas producciones que, sin hacer demasiado ruido, enseguida logran destacar entre la multitud, ya sea por su calidad o por su propuesta. Severance es una de ellas. Quizás no habréis escuchado hablar demasiado de ella, pero ya os aseguro que este es uno de esos dramas capaces de enganchar desde el primer minuto a cualquiera que decida darle una oportunidad.
Titulada en nuestro país como ‘Separacion’, la serie viene está creada por el debutante Dan Erickson, con Ben Stiller como productor ejecutivo y director de la mayoría de los nueve episodios que componen su primera temporada. Uno de sus grandes alicientes es el elenco de primer nivel que la protagoniza, con Adam Scott (Big Little Lies) al frente del mismo, y Patricia Arquette, la cual se reúne con Stiller tras el exitazo cosechado con Escape at Dannemora (Showtime), John Turturro, Britt Lower, Zach Cherry, Dichen Lachman, Jen Tullock, Tramell Tillman, Michael Chernus y el oscarizado Christopher Walken como acompañantes. Esta es una de esas ocasiones en las que desde el primer minuto del primer capítulo tienes la sensación que el reparto elegido no podría ser más perfecto para lo que te quieren contar. No solo son muy buenos, también encajan perfectamente tanto en la atmósfera propia de la ficción como en la piel del personaje al que les toca interpretar. Solo por ellos, Severance ya vale la pena. Pero, lógicamente, hay mucho más.

Nuestro protagonista es Mark Scout (Scott), un tipo de vida más bien simple y burocrática que aún no ha superado la reciente muerte de su esposa. La verdad es que Mark no tiene mucho de especial… salvo una cosa: trabaja en Lumon Industries, una enigmática empresa que somete a sus empleados a un polémico proceso conocido como «Severance». En resumen, a través de un implante en el cerebro, lo que hace esta operación es separar en nuestra cabeza la vida laboral y la personal. En otras palabras, por la mañana, cuando bajan en el ascensor hacía el inmenso complejo subterráneo en el que trabajan, los empleados de Lumon no recuerdan nada del exterior, ni la discusión que tuvieron con su mujer durante el desayuno, ni la película que vieron antes de acostarse; son oficinistas y nada más. En cambio, por la tarde, cuando salen por la puerta, no tienen recuerdo alguno de lo que hicieron durante las últimas horas. Quien decide trabajar en Lumon divide su vida en dos, una especie de bifurcación mental totalmente independiente de la otra. En este caso, un Mark vive para trabajar, mientras que el otro Mark vive para todo lo demás: comprar, comer, ir al gimnasio, entablar relaciones sociales, etc.
Tras la desaparición de su jefe y amigo (Yul Vázquez), Mark recibe un ascenso: su nuevo cometido será el de dirige un equipo dedicado al ‘refinamiento de macrodatos’. Sus compañeros de compartimento y cubículo son Dylan (Cherry), un obseso de los ‘premios’ que reciben los que hacen bien su trabajo; e Irving (Turturro), un veterano del lugar con otra curiosa fijación: cumplir los múltiples protocolos de la empresa a rajatabla. Junto a ellos nos encontramos con Helly (Lower), una mujer recién llegada a la empresa a través de la cual iremos descubriendo todas las particularidades de la misma, sobre todo en términos de seguridad. Por encima de ellos está Harmony (Arquette), la cual cuenta con dos ayudantes tan indescifrables como ella misma: Milchick (Tillman), el cual podríamos describir como el responsable, entre otras cosas, de poner orden cuando hace falta, y la Srta. Casey (Lachman), la que vendría a ser una especie de consejera o terapeuta para empleados ‘con problemas’. Tanto Harmony como su equipo de funcionarios responden a una misteriosa junta a la que nunca vemos.
¿Os acordáis de la TVA en Loki? Pues Lumon Industries es un caso muy muy parecido. Nadie sabe cual es el cometido de la empresa, pero cada uno de sus empleados hace su trabajo sin plantearse ningún tipo de duda existencial. Harmony sería Ravonna (Gugu Mbatha-Raw), la persona que dirige el cotarro en base a su fe por la causa, mientras que Mark acaba teniendo bastantes paralelismos con Mobius (Owen Wilson). Incluso las instalaciones de ambas corporaciones son parecidas; dos laberintos llenos de protocolos y seguridad que hacen que sea casi imposible saltarse ni la más pequeña de las normas. Igual que en la exitosa serie de Marvel Studios, el idílico status quo empieza a derrumbarse cuando la gente empieza a hacerse preguntas. En nuestro caso, empujado por el comportamiento errático de dos personajes -uno en cada sitio, uno en cada vida- Mark se acaba encontrando envuelto en un complejo y retorcido misterio de inimaginables consecuencias que le obligará a confrontar la verdadera naturaleza de su trabajo… y de sí mismo.

Al final, Severance es una curiosa e inquietante mezcla de géneros, una de esas series poco convencionales que rápidamente invitan al espectador a participar en un juego de largo recorrido lleno de enigmas, conspiraciones y más preguntas que respuestas. Como decía al inicio, sus actores y los personajes a los que dan vida son una de las mejores cosas que ofrece la serie, igual que su elaborado guion y su puesta en escena. Totalmente minimalista -tanto dentro como fuera de Lumon- esta le da a todos los escenarios por los que nos movemos un necesario toque de artificialidad y mal rollo que hará que nosotros también nos dediquemos a cuestionar parte de lo que vemos y a intentar encontrar pistas ocultas en cualquier rincón.
Aunque hablamos de una trama lenta y densa os aseguro que el resultado es satisfactorio. Su primera temporada tarda en poner todas las cartas sobre la mesa, pero sin duda alguna merece la pena darle la oportunidad de desplegar todo su potencial. Mientras lo hace, hay mucho que llevarse a la boca. Coloquialmente, Severeance es una puta locura. Más en serio, es una de esas series que no os vais a querer perder. ¿Lo mejor? Aunque no se haya hecho oficial, ya ha sido renovada para una segunda temporada. Creedme, cuando terminéis la primera, os alegraréis de contar con este dato.
NOTA DE LA TEMPORADA: 8.9/10
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