‘SANTO’: REVIEW

Dentro de una programación mensual en la que nos encontramos con varias novedades nacionales, este viernes 16 de septiembre llega a Netflix la serie Santo, la primera ficción española rodada entre España y Brasil producida por Nostromo Pictures, la compañía responsable de Los favoritos de Midas (Netflix) o de películas como A través de mi ventana y Palmeras en la nieve, entre muchas otras. Creada por Carlos López (Hache) y dirigida de una forma tan atractiva y adrenalínica a nivel visual como imaginativa en términos de montaje por el cineasta Vicente Amorim (A Divisão), hablamos de un trepidante drama criminal lleno de acción e intriga que en ocasiones se asemeja al terror; una serie capaz de enganchar rápidamente al espectador gracias a una perturbadora puesta en escena y a un explosivo episodio piloto que no dejarán a nadie indiferente.

Aunque la mayoría de su trama transcurre en Madrid, algunas partes de la misma están ambientadas al otro lado del charco, casi todas en Salvador de Bahía (Brasil), lo que le da a su narrativa un toque multicultural bastante interesante -además de mostrarnos como actúan tanto las fuerzas del orden como los criminales de turno en cada uno de las localizaciones- algo que también ocurre con los actores que forman su reparto principal. Por un lado, Raúl Arévalo (Antidisturbios), un actor que siempre consigue darle un plus a este tipo de producciones, protagoniza la vertiente nacional junto a Greta Fernández (30 Monedas), mientras que Bruno Gagliasso (O Sétimo Guardião) y Victoria Guerra (Auga Seca) interpretan a los personajes brasileños que más pronto que tarde acaban cruzándose en su camino tras aparecer de repente sin saber muy bien ni cómo ni porqué en el sótano de una obra abandonada de la capital española.

La trama principal que explora la serie tiene como protagonista total y casi absoluto a un enigmático narcotraficante sudamericano conocido como «Santo», un tipo cuyo rostro nunca ha sido revelado. Nadie lo ha visto y nadie sabe ningún detalle que ayude a identificarlo. Considerado uno de los narcos más buscados del planeta, sus actividades abarcan mucho más que el trafico mundial de estupefacientes. «Santo» también es el peligroso y sanguinario líder de una especie de secta/culto que, alrededor de su figura, cuenta con una importante masa de seguidores fieles dispuestos a hacer cualquier cosa en su nombre… desde macabros ritos satánicos hasta desgarradores sacrificios capaces de revolver el estómago a cualquiera. Y aunque nadie es capaz de asegurarlo a ciencia cierta, ahora está en España.

Cuando una serie de camellos y criminales de poca monta empiezan a aparecer masacrados en las calles de Madrid, el Inspector Millán (Arévalo) y su compañera y subordinada, Susana «Susi» Jackson (Fernández), una agente joven y brillante que lucha de forma casi insaciable por demostrar tanto al mundo como a sí misma que es totalmente merecedor de la posición que ocupa, son los responsables de investigar un caso que cambiará sus realidades para siempre. Mientras tanto, en Brasil, el agente Cardona (Gagliasso) y su colega (Luiz Felipe Lucas) se encuentran inmersos en una compleja y arriesgada operación conectada con uno de los criminales más buscados de la zona, un auténtico fantasma cuya detención acabará convirtiéndose en una misión de venganza personal para el primero de ellos. Por ahora han logrado hacerse con Bárbara (Guerra), su amante, aunque lo que parecía una victoria se transformará en una verdadera maldición que le llevará a por una traumática odisea personal y profesional. No será el único ya que para Millán -un policía veterano y corrupto de mala vida y peores compañías, adicto a los problemas y a trabajar solo por muy eficiente que sea su pareja- el caso también está a punto de transformar su vida. Al fin y al cabo, el mal no conoce fronteras.

Con el mundo del narcotráfico como pretexto, la ficción dedica los seis capítulos que conforman su primera temporada a ofrecernos una clásica historia del gato y el ratón en la que, impulsados por sus propios traumas y obsesiones, dos agentes de policía, acechados por los demonios del pasado y también por los de su tumultuoso presente, ponen en juego lo poco que les queda con tal de descubrir la identidad y posteriormente detener, cada uno a su manera, uno de los criminales más oscuros y retorcidos que la televisión nos ha ofrecido recientemente. El misterio, la incógnita flotante de quién será este «Santo», estructurado a través de una mezcla de flashbacks y presente, repartidos de una forma casi aleatoria en algunos episodios, ocupa gran parte de la acción, aunque la serie también dedica una buena porción de tiempo a examinar tanto las vidas de sus personajes principales como sus problemas más cotidianos, relacionados la mayoría de ellos con la investigación. La religión y el fanatismo también juegan un papel crucial en la historia ya que, al final del día, las drogas acaban pasando a un plano casi secundario, dejando lugar a los brutales asesinatos y ritos diabólicos que «Santo» y sus secuaces están llevando a cabo. Hay muchas vidas en juego y em tiempo se está acabando. Por mucho que Susi intente detenerlo…

En resumen, el resultado de todo esto es una ficción bastante eficiente en la mayoría de cosas que se propone que, pese a algunos altibajos a media temporada, tiene todo lo necesario para ser un éxito entre los suscriptores de Netflix. Son solo seis capítulos, es fácil de maratonear, tiene acción, tiene drama, y sobre todo juega muy bien con los giros inesperados y los cliffhangers. Personalmente me ha parecido un producto entretenido que sin ser nada que no hayamos visto antes cumple con todo lo que se le puede exigir. Arévalo está estupendo y Greta Fernández me ha parecido todo un descubrimiento. Espero que consigan una segunda temporada.

NOTA DE LA TEMPORADA: 7.6/10