‘SURFACE’: REVIEW

REVIEW: Surface – Temporada 1.

Además de ser una actriz que personalmente siempre me ha llamado la atención, Gugu Mbatha-Raw es sin duda alguna una de las interpretes británicas más destacadas del momento. Aunque lo más probable es que la mayoría del público la conozca por dar vida a una de las dos protagonistas de «San Junipero», uno de los mejores capítulos que nos ha dejado Black Mirror (Netflix), y por su reciente adición al todopoderoso MCU como Ravonna Renslayer en Loki (Disney+), su currículum va mucho más allá, sobre todo en los últimos años, con un desaprovechado papel en The Morning Show (Apple TV+) o como protagonista principal de The Girl Before (BBC), un fantástico thriller psicológico que aquí tenemos disponible en HBO Max.

Su último trabajo es Surface (Apariencias), una nueva serie original de Apple TV+ creada por  Veronica West (High Fidelity) en la que da vida a Sophie, una mujer que ha sufrido un traumatismo en la cabeza, aparentemente consecuencia de un intento de suicidio, que la ha dejado con una pérdida aguda de memoria. ¿Qué pasaría si te despertaras un día y no supieras tus propios secretos? Esta es una historia de autodescubrimiento, lleno de misterios y constantes giros inesperados, que explora si ya estamos programados para convertirnos en quienes somos o si elegimos nuestra propia identidad.

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Surface (Apple TV+).

Tras un aparatoso intento de suicidio que por poco acabó con su vida, Sophie regresa a casa sin ningún recuerdo ni memoria anterior al fatídico día en el que decidió tirarse de aquel ferry. ¿Qué la empujó a querer poner fin a todo si su vida es aparentemente perfecta? ¿Qué esconden esos recuerdos perdidos a los que no consigue tener acceso por mucho que lo intente? ¿Acaso pasó algo que ya no recordará jamás? ¿Puede Sophie fiarse de la gente que la rodea? Mientras se embarca en una búsqueda para volver a unir las piezas de su vida con la ayuda de su esposo y amigos, comenzará a preguntarse si la verdad que estos le cuentan es o no la verdad que ha vivido…

La serie cuenta con un escueto reparto en el que destaca por encima del resto Oliver Jackson-Cohen, responsable de interpretar a James, el marido de Sophie, un tipo que, igual que el resto de personajes, esconde sus propios secretos pese a que de buenas a primeras parece el típico marido devoto que sigue tan enamorado como el primer día de su bella esposa. James trabaja en el mundo de las finanzas como capitalista de riesgo, un mundo plagado de rascacielos, galas deslumbrantes, zapatos caros y copas de whisky que les permite vivir sin problemas ni preocupaciones en cuanto a lo económico. Tampoco parece que sus amigos más cercanos, Caroline (Ari Graynor) en el caso de ella, y Harrison (François Arnaud) tengan la menor idea de lo que la llevó a saltar al mar. Ni siquiera su psiquiatra, interpretada por Marianne Jean-Baptiste, parece ser capaz de dar con la tecla.

Sophie no tiene más remedio que creerse lo que le cuentan, aunque poco a poco empieza a sospechar que algo está fallando, cosa que se confirma rápidamente con la tumultuosa y chocante aparición de Thomas Baden (Stephan James), un supuesto detective policía familiarizado con su caso que la advierte de que está en peligro y que no puede confiar en nadie ni en nada de lo que está ocurriendo en su nueva vida. A partir de aquí, cuesta abajo y sin frenos. A través de una interminable lista sorprendentes giros y un inesperado triángulo amoroso, este complejo y sofisticado thriller nos sumerge -nunca mejor dicho- en una retorcida historia llena de secretos, mentiras, traiciones y manipulaciones en la que nada es lo que parece. La verdad que la forma en la que la serie se desarrolla me ha parecido muy lograda, siempre un paso por delante, consciente de que gran parte de su éxito reside en su habilidad por sorprender al público. Otra cosa no, pero hacía tiempo que no veía una trama de este estilo y me alegra mucho el hecho de constatar que aún hay gente con ideas frescas dispuesta a tirar la casa por la ventana.

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Surface (Apple TV+).

La mejor noticia que nos deja Surface desde el primer momento es Mbatha-Raw la que carga con el peso de la serie. Mi conclusión es la misma que con The Girl Before; demuestra una vez más que cuando tiene la oportunidad de lucirse es prácticamente imparable. En esta ocasión, es cierto que Jackson-Cohen cumple con su papel e incluso tiene algunos momentos de cierto carisma, pero, al final del día, igual que sus mencionados compañeros, no pasa de ser tan complemento como las joyas que atesora Sophie en su habitación. Ojo, no tengo queja de ninguno de ellos, simplemente creo que si hablamos de méritos está más que claro quien se los lleva. En cuanto al resto, Apple nos propone una vez más una serie visualmente atractiva en la que la calidad de sus escenarios y localizaciones brilla con luz propia. A diferencia de la dirección, impecable, el guion de West y compañía si que flojea más de lo deseado, sobre todo en cuanto a su obsesión por los diálogos insulsos que solo hacen que confundirnos dentro de una historia que ya de por sí puede resultar complicada de seguir si no paramos atención. De todas formas, lo compensa con el resto.

La primera temporada de Surface está compuesta por ocho episodios y, aunque no lo parezca, todo apunta a que en ellos solo hemos explorado la superficie de su trama global. Si sale bien, habrá segunda temporada, cero dudas al respecto. Mientras tanto, recordar que sus tres primeros episodios ya están disponibles y que cada viernes se lanzará uno nuevo en Apple TV+ hasta concluir la misma.

NOTA DE LA TEMPORADA: 7.8/10

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