REVIEW: Westworld 4×04 – Generation Loss.
Una de las cosas que más me ha gustado del capítulo de esta semana ha sido ver la cantidad de comentarios y reacciones en redes que han generados sus revelaciones. Por lo que sea, hacía tiempo que Westworld no generaba mucho ruido y como fan de la serie es toda una alegría ver como la gente se está volviendo a emocionar con ella. Algunos nunca perdimos la confianza en Jonthan Nolan, Lisa Joy y su equipo, pero entiendo perfectamente que muchos lo hicieran. Parece que esta cuarta temporada puede ser la de la reconciliación entre la serie y el gran público, justo antes de que esta afronte una quinta y última temporada que ya ha sido prácticamente confirmada. Eso si, solo estamos a mitad de la cuarta y desde aquí os garantizo que las próximas semanas serán igual o incluso mejor que la anterior.
Escrito por Kevin Lau y Suzanne Wrubel, los cuales ya se hicieron cargo del guion del de la semana pasada, y dirigido por Paul Cameron, director de ‘The Mother of Exiles‘ en 2020 (T3), este cuarto episodio de la temporada se titula ‘Generation Loss‘, título que conecta directamente con la revelación de Halores (Tessa Thompson) al final del mismo. Cuando todos pensábamos que la trama principal de esta temporada giraría entorno a las lucha por detener su plan de conquista, resulta que, una vez más, estábamos explorando distintas líneas temporales a la vez y que hace más de dos décadas que el lado oscuro de Dolores consiguió dominar el mundo. El tema es que para que sus parásitos fueran altamente efectivos tuvo que esperar a que la humanidad saltara a la siguiente generación, menos resistente genéticamente, lo que nos lleva a eso; la generación perdida.

Una vez más, Caleb (Aaron Paul) y Maeve (Thandie Newton) son los protagonistas de gran parte de la acción, aunque esta semana también han tenido una relevancia importante tanto la trama centrada en Bernard (Jeffrey Wright) y compañía como la de Christine (Evan Rachel Wood), la cual, por fin, tuvo su primera cita con Teddy (James Marsden).
Uno de los temas más recurrentes de este arranque de temporada ha sido la relación que se formó entre ambos durante los siete años que pasaron entre el sacrificio de Dolores y la derrota de Serac y los eventos con los que iniciamos la actual. Bien, este capítulo empieza mostrándonos una de las múltiples misiones que llevaron a cabo con tal de acabar con Rehoboam y derivados, misión que, pese a ser un éxito, terminó con Caleb gravemente herido. Maeve se pasó días y días al lado de su cama esperando a que despertara, aunque, finalmente decidiera dejar atrás esos sentimientos que comenzaban a aflorar en su código para que no interferir entre él y Uwade (Nozipho Mclean), la enfermera que lo estaba cuidando, su futura mujer y la madre de la pequeña Frankie (Celeste Clark). Así es como se conocieron.
Volviendo al presente -y al futuro- Caleb ha sido definitivamente expuesto a los parásitos de Halores, la cual es ahora la rehén de la pareja en su intento por escapar del complejo en el que estaba edificado el nuevo parque de DELOS. Una misión prácticamente imposible que nos dejó con la boca abierta cuando, tras una larga odisea hacía los límites del mismo, Maeve y el MiB de turno acaban enterrados a raíz de una violenta explosión y Halores soltó la bomba: ¡han pasado 23 años desde el día en el que Caleb murió en el parque! ¡23 AÑOS! ¿En pantalla? La versión 278 de su versión artificial, la cual estaba siendo testeada por la nueva dueña del mundo. Por supuesto que la mencionada explosión que se llevó por delante a Maeve también ocurrió dos décadas atrás. William fue reconstruido pero ¿y ella?

La respuesta estaba mucho más cerca de lo que podíamos haber imaginado. ¿Os acordáis que la organización rebelde formada por C (Aurora Perrineau) y sus compañeros estaba buscando un arma en las vastas arenas del desierto? Confiar en Bernard tuvo su recompensa ya que al final la encontraron. ¿Qué era esa arma? Pues sí amigos, la mismísima Maeve, enterrada en el mismo sitio donde 23 años atrás todo cambió de forma definitiva. Y eso no es todo, quedaban más bombas. Durante los últimos minutos de búsqueda, Bernard le contó a C quien era ese padre del que llevaba tantos años negando su muerte. ¿Adivináis quien podría ser? Correcto, Caleb. Las primeras grandes revelaciones de la temporada llegaron de golpe y porrazo para poner patas arriba todo lo que habíamos visto hasta ahora.
¿Y dónde encaja Christine en todo esto? No tenemos mucho que contar, pero si que os puedo adelantar que el siguiente episodio estará prácticamente centrado en ella y que ofrecerá muchísimas respuestas sobre su realidad, una realidad que, como ya vimos en el final de este capítulo, también estaba en el futuro, en la misma época que la trama de Bernard y los últimos eventos de Halores y Caleb. Se calcula que la tercera temporada de Westworld transcurrió en 2053 por lo que su nuevo presente estaría sobre 2083 ya que ha habido dos saltos temporales, uno de 7 años y otro de 23. Ahí es donde situamos a Christine en el tiempo. ¿Qué es esa ciudad? ¿Cómo encaja en todo esto su trabajo como escritora? ¿Cuál es el papel de Olympiad Entertainment? ¿Cómo es el mundo nuevo de Halores? ¿Se han mezclado humanos infectados y anfitriones o hay otro sistema de juego? Pronto, muy pronto, tendremos respuestas.
En resumen, este ha sido sin duda el mejor episodio de lo que llevamos de temporada, una necesaria bocanada de aire fresco que le dará a la serie el impulso suficiente para afrontar a lo grande la segunda mitad de la misma. Aprovecho para recordar que se emite un nuevo capítulo cada lunes en HBO Max.
NOTA DEL CAPÍTULO: 9/10