Una semana más tenemos una buena hora de sesión de Outlander. Y, también, una semana más se nos vuelve a hacer tan corto que estamos deseando que pase rapidito y vuelva a ser domingo.
Este capítulo, quizá, sea más soso que los dos anteriores. Más inconexo o más difícil de digerir. Los dos protagonistas pasan la mayor parte del tiempo separados y hay más temas bajo la superficie que sobre ella.
Ya vimos la semana pasada que Claire y Jamie están teniendo algunos problemas maritales (más que nada por la ausencia de vida sexual entre ellos) y que nuestra viajera temporal no es tan frívola como sus nuevas amigas. No se deja engañar por el lujo, el té y las partidas de cartas. Nuestra forastera favorita está un poco frita de sus nuevos entretenimientos y, sobre todo, de sentarse mano sobre mano a esperar a que su marido llegue a casa con las noticias de sus descubrimientos. Ella no es así, a ella le gusta ayudar, como bien pudimos ver a lo largo de toda la temporada uno. Así pues, decide echar un cable en un hospital de beneficencia a donde acude gente sin recursos. Y eso a Jamie no le hace ninguna gracia.
Entiendo que el hombre es de hace unos cuantos siglos pero, sinceramente, si él está haciendo todo el trabajo, no entiendo qué gana teniendo a Claire mano sobre mano. Desde un primer momento sabe con qué tipo de mujer se casó, así que resulta un tanto incomprensible su reacción. Con hablar y repartirse mejor el tiempo, listos. El año anterior lo pensaba y este lo continúo sosteniendo: Jamie es mucho más liberal que un tipo de su época, pero sigue teniendo ciertos ramalazos machistas y autoritarios que son un poco fastidiosos. La verdad le entiendo, porque es una víctima de su propia sociedad, pero no puedes casarte con alguien como Claire y después quejarte de que no te esté esperando en casa moviendo la cola. Siguiendo con el mismo razonamiento, creo que también se siente inseguro por no ser capaz de satisfacerla por las noches (o por el día, que a estos dos antes les daba igual) y eso le frustra o siente que le resta autoridad. Por otro lado, está completamente fuera del tiesto y de su ámbito, es normal que tenga una terrible sensación de desasosiego si, la única persona que le entiende, no aparece para echarle un cable. Se habrá sentido perdido durante unos instantes. Aún así, un olé bien fuerte por ella y por no dejarse amedrentar. ¿Qué te quieres enfadar? Muy bien, pero yo al hospital voy a seguir yendo. ¡Claro que sí!
También hay que reseñar el papel de Murtagh. Siempre está ahí, pero cuando sobra se va y no le importa lo más mínimo. Es un amigo fiel que solo aspira a echarles una mano en una misión mastodóntica… y la verdad, se agradece mucho. Creo que tanto Jamie como Claire sienten que le pueden contar cualquier cosa y el hombre, a pesar de que a ratos es un garrulo y un patán, siempre responde correctamente. Siempre tiene una palabra adecuada para todos y en el momento oportuno. Es muy buen tipo, aunque luego vaya por ahí engatusando criadas tan campante… aunque, ahora que lo pienso, quizá fue Suzzete quién le engatusó a él. Tener nombre de crepe siempre es un plus.
Y, de nuevo, hemos tenido la oportunidad de ver al conde Saint Germain, el cual me recuerda a Black Jack Randall. Físicamente es mucho menos tosco y más sofisticado, pero la mirada de tocado del ala es la misma. Además, la sombra de ambos siempre planea por los capítulos, aunque no salga. Es como si fuesen un coro de buitres esperando a caer sobre su presa en cualquier momento. Los oyes, ves sus sombras, pero no tienes idea de cuándo van a decidirse. Miedo me da lo que podamos ver durante las próximas semanas. Hablando de Black Jack, Claire ha hecho un descubrimiento muy importante relacionado con él: al ser un antepasado de Frank, necesita existir durante un tiempecito más para engendrar la línea genealógica que hará que el marido del 1945 exista… y si Jamie se lo carga, no sucederá. Eso supondría poner la propia vida de Frank en jaque, cosa que parece que a la protagonista no le hace mucha gracia, pero también implica una revelación bastante fuerte y es que Mary Hawkins, la misma Mary mojigata y hasta patética que conocimos en el capítulo anterior, tiene que casarse con el asqueroso de Randall para lograrlo. ¿Y dónde está Mary? En Francia. Vamos, que creo yo que no hay que ser Einstein para deducir que, tarde o temprano, los Fraser van a cruzarse con su peor pesadilla, probablemente en una esquina y tras pedir disculpas. (Es broma, eso está demasiado manido).
Y mientras todo esto pasa, resulta que el petardo del Bonnie Prince, que cada día tiene más cara de esos locos históricos y peligrosos que se creían protegidos por el mandato divino, ha conseguido muchos fondos para su campaña suicida en pos del trono inglés. Y a nuestro (guapísimo, maravillosísimo y listísimo) Jamie no se le ocurre otra cosa más que robarle la correspondencia para enterarse de si se está marcando un farol o es cierto que tiene tanto dinero. La jugada le sale bien y termina enterándose de que, por desgracia, sí que posee el capital necesario pero, por suerte, es la serpiente del duque de Sandringham quien es su principal benefactor. Convencer a un tipo tan usuras, traidor y rastrero de que se está encaminando a una clara bancarrota por invertir donde no debe no puede ser difícil, claro, pero ¿qué sucederá cuando Jamie hable con su secretario, Alex Randall, y se dé cuenta de que su queridísimo hermano sigue vivo? Claire no ha sido capaz de decírselo por el momento y Murtagh se está debatiendo en ello.
La próxima semana más, y espero que mejor, porque ésta el esplendor de las anteriores ha quedado opacado por una gran variedad de tramas que solo pueden caracterizar a un capítulo de transición. Posiblemente, en la siguiente entrega nos suelten una bomba de relojería que nos vuele los sesos contra la pared. Yo estoy más que preparada, ¿y vosotros?
Cuestiones de vital importancia que merecen respuesta: Esta semana, solo un par… ¿Por qué el herbolero me da tan mala espina? ¿Soy la única? ¿Estará compinchado con el conde ese? Y… ¿hasta cuándo aguantará Murtagh sin hacer algún comentario de esos suyos sobre que la pareja no tenga vida matrimonial?
Outlander, los domingos a las 22.25 en Movistar Series.

