Capítulo 17 para esta irregular octava temporada de Castle, escrito por la debutante Stephanie Hicks y yo solo puedo preguntarme una cosa: ¿Cómo es que no le han dejado a esta chica escribir antes?
Todavía estoy alucinada ante el hecho de encontrarme frente a frente con un capítulo que perfectamente podría ser de la cuarta o quinta temporada. Es dinámico, tiene gracia y bastante coherencia con el universo de la serie y las personalidades de los personajes, algo que hasta hoy había brillado por su ausencia en casi todos los episodios de esta temporada.
Vuelve el Castle más friki que, en este caso, se cree que está ante el genio de la lámpara (o, mejor dicho, la genia) y la Beckett más escéptica, pero a la vez más comprensiva. Porque sí, aunque ni ella misma se lo crea, les pide a Ryan y Esposito que, si encuentran la lámpara perdida, sea su marido el primero en tocarla. Ay, lo que hace el amor.
El caso es bastante entretenido y enrevesado: el tío que encuentra la tumba de Salomón aparece muerto y, lo que al principio parecía puro contrabando, termina siendo un caso de conservación del patrimonio histórico, obsesiones y un montón de tareas en cadena que han regalado unos cuantos sospechosos potenciales. La cosa sería de lo más rutinaria si no fuese porque hay una chica empeñada en enterarse de lo que pasa en la investigación criminal y se le aparece y desaparece a Castle con una facilidad pasmosa, además de mentir sobre su trabajo y nombre… ¿será porque es un genio?
Claramente no, porque todos sabemos que los genios no existen, pero al final el escritor termina por caer, otra vez, víctima de su fantasiosa mente y preguntarse si, de verdad, no estará ante un ente sobre natural que concede tres deseos. Es la sabihonda de Alexis, quien, por cierto, cada día me cae peor, la que descubre que no es más que una encargada de seguridad a sueldo a cargo de un benefactor a quien llamarán Mr X. Y ahí es cuando la hija tiene que llevarse a un deprimido padre, deseoso de creer que hay algo más en la Tierra de lo que ya hemos descubierto, a tomar un helado que le consuele.
Por otro lado, la mujer de Ryan, Jenny, a la cual no vemos desde hace un montón, está ya de nueve meses y termina por ponerse de parto. El alumbramiento se complica y… al final todo sale bien porque no se van a cargar un personaje recurrente que no sale nunca, por lo que expande universo gratis, y al que interpreta la mujer en la vida real de un actor. La familia Ryan aumenta gracias a Nicholas Javier. A ese niño le van a pegar en el cole, fijo.
¿Qué por qué digo que este capítulo tiene el sabor de antes? ¡PORQUE EL CASKETT SE VACILA! Sí, por fin, SE VACILAN. ¿Vosotros os acordáis de que esa es la raíz real de esta relación? ¿El vacile? ¿Los piques? ¿El ay que cuadrada eres y tú como te lo flipas ven para aquí que te como? ¿Os acordáis? Pues eso. Es GENIAL ver a Beckett tomarle el pelo con el tema del genio y de sus teorías absurdas, hacerle callar… pero todo desde la perspectiva de alguien que le quiere y le respeta. Cuando hay amor los piques son más ligeros pero no por ello van a ser menos graciosos. Y cuando él le cierra la puerta en su cara porque sabe de sobra, por experiencia, que no le va a dejar preguntar lo que le dé la gana en el interrogatorio, cuando comentan las posibles teorías con los chicos…
Todo lo que nos venía faltando durante la última temporada lo ha concentrado este capítulo, y, en realidad, se resume en una cosa concreta: tiempo Caskett en escena. Según he leído, este capítulo dobla a los anteriores, con 12 minutos de Nathan y Stana juntos en pantalla. Y se nota. Vaya que si se nota. No basta con que estén juntos al inicio y al final para soltar la frase mona. No es suficiente que nos los metan hablando por rejillas de ventilación en momentos puntuales. Lo que mola son ellos en la comisaría discutiendo el caso y tomándose el pelo. Punto. No hay más.
Además, los personajes están escritos con gracia. El principio es brutal, sobrepasa la media sexy de esta serie (aunque tampoco es muy difícil) y la entrada de Martha es realmente soberbia. Los actores vuelven a estar concentrados en sus personajes, el modo el que se miran entre ellos e interactúan sin palabras mientras la intrusa habla les delata. El problema es que yo creo que siguen empeñados en no besarse si no es estrictamente necesario, porque el abrazo chorra del principio hubiese sido precioso en otras circunstancias, pero ahí, que se supone que te quieres merendar a la pareja… pues no.
Y claro, tengo que destacar el final. La conversación entre ellos dos. Es una charla entre dos viejos amigos que se adoran y que están enamoradísimos. No lo digo por el besito. Lo digo por el conocimiento de ella, que es capaz de enumerar todas las cosas que, sabemos, le encantan a él y Castle manteniendo que Beckett es todo lo que necesita. La respuesta final no es un oh que mono eres, venga, besito de pega, no. Es un “muy buena respuesta” “¿verdad que sí?” entre risas avergonzadas y miradas adorables. La escena destila confianza, hay complicidad. Es química pura. Es todo lo que no habíamos visto en los 17 capítulos anteriores, donde quisieron metérnosla con calzador, de manera antinatural y forzada. Ni Vikram, ni Hayley, ni Loksat ni chorradas, los mismos de siempre haciendo lo de siempre es la receta del éxito. Ya veis, objetivamente, no es el mejor episodio del mundo, no es una trama super relevante, podría ser considerado incluso, de relleno, pero fluye suavemente y consigue transmitirnos la esencia y el buen hacer de la serie que, un día, tuvimos motivos para alabar.
Cuestiones finales que merecen respuesta: ¿Por qué Jenny nunca sale? ¿Era yo la única que creyó que se iba a morir? ¿Por qué tengo la impresión de que Nicholas Javier va a ser lo mismo que Sarah Grace: un fantasma? ¿Por qué si Castle se cae desde una ventana metiendo ruido no llama la atención de los malos? ¿Por qué, en el momento en el que dicen que el asesino era una mujer, está tan claro de quién se trata? ¿Por qué últimamente me mola que Lanie salga más que su momento “esto está muerto”? ¿Por qué, en esta ocasión, se han podido permitir violar el pacto de los 7 minutos? Han hecho maravillas. ¿Por qué, si no mencionamos a Loksat (y si no sale Vikram) el capítulo gana enteros? ¿Por qué no puede ser SIEMPRE así? Alexi, que si el Caskett se vacila, tu te callas, y lo asimilas.


