Tras un parón de dos semanas volvemos con un nuevo episodio de Castle, el primero en toda la historia de la serie donde no aparece Beckett ni un solo segundo. Eso sí, hay (y mucho) de Slaughter, aunque dudo que tenga algún fan.
Personalmente, en la temporada cuatro me tomé a Slaughter como una manera de demostrar que Castle y Beckett eran simbióticos, que necesitaban trabajar juntos a toda costa y que, al romper esa unión, podía pasar de todo menos bueno. Además, el tipo es un ser infame, de esos que le gusta tanto interpretar a Adam Baldwin mientras pone un careto de atontado que le sale de maravilla. Solo he visto hacer a este actor papeles de matón y, sinceramente, dudo que tenga talento para otro tipo de personajes. Quizá algún día me sorprenda, pero no sé por qué me da que me voy a quedar esperando.
Creo que, como todo el mundo, hubiese sido capaz de vivir con la duda de qué había detrás de esas maneras poco legales de hacer las cosas que emplea el policía como tarjeta de visita, si bien me ha despertado una pequeña satisfacción descubrir su lado más humano. Odio los personajes planos, aunque el resultado de completarlos sea un cliché, como es el caso. Y es que, claro, qué oportuno, resulta que está divorciado de una mujer excepcional a la que no supo valorar. Yo no veo el paralelismo, pero el guionista se las apaña para encontrar lo que él cree que es cierta similitud entre ambas situaciones. El consejo de Slaughter hacia Castle respecto a su situación matrimonial está claro: deja de preguntar y actúa, pon las necesidades de ella antes que las tuyas. Por favor, esto tiene que ser una broma.
Castle lleva poniendo las necesidades de Beckett antes que las suyas durante toda la serie. Jamás le hemos visto poner un pie fuera de un embrollo en el que ella le metiese por puro egoísmo, por confiar en él, por no sentirse sola. La única ocasión fue Always y le duró lo que ella tardó en llamar a su puerta. De nuevo aquí puede verse el complejo entramado de la relación, que los showruiners se empeñan en ignorar. No tiene ningún sentido “reprocharle” en cierto modo a Castle que se ponga él por delante de ella porque nunca lo ha hecho. Lo único que puede rescatarse del patético discurso final es la invitación a que deje de pasearse como un alma en pena y se meta de lleno en el tema Loksat. Él sabe que hay algo, ¿qué hace no intentando indagar? Siempre ha sido un cotilla por excelencia, no entiendo por qué ahora tiene que venir un chungo de cuarta fila a decirle que sea quien ha sido toda su existencia. Me parece una vergüenza que, en vez de construir un personaje, tengan que incluir sujetos externos que lo hagan reaccionar, y más si ya ha alcanzado su madurez argumental como es el caso.
En su empeño por hacer que Baldwin se luzca, han dejado de lado unos personajes fantásticos que empezaron muy fuerte pero que se están desinflando más rápido que un globo en un alfiletero: Hayley y Alexis. Lo de la primera es un tanto comprensible, porque yo creo que no saben ni ellos qué hace ahí, además de introducir un poco de frescura a las investigaciones, pero lo de la señorita Castle no tiene nombre. En mi opinión, un guionista tiene que reconocer de inmediato cuándo un personaje es fuerte y funciona para sacarle todo el jugo posible. Alexis es el gran descubrimiento de la temporada, es un cambio fantástico en la dinámica de la serie que tendrían que haber aprovechado mucho más. Por desgracia, de un tiempo a esta parte, su papel es meramente decorativo, igual que el de Martha, que hace que no tiene storyline propia desde antes de la crisis económica.
Por lo demás, lo reconozco, el momento “robo del coche de Espo” me ha sacado varias sonrisas y ha tenido su gracia. A veces pienso que el único papel que hace ese par es el de descargo cómico, porque como piezas fundamentales ya huelen a rancio que da gusto. El argumento y la historia en esta ocasión no han sido de los mejores que hemos visto, pero mantenían la atención y se dejaban disfrutar. Las mil y una caras que puede llegar a poner Nathan ante un tipo que le asusta o que le impone (y no me extraña, porque es un armario) son cómicas y recuerdan a ciertos momentos pasados que despiertan un buen humor que ya creí muerto. No me han llegado las escenas tiernas de Castle sufriendo por la falta de Beckett, no me atraen los mártires. Chico, si te gusta sufrir es tu problema, no me pongas cara de perro apaleado porque solo podré decirte que es tu culpa por no coger y mandarla a freír espárragos o hacer algo al respecto de todo este embrollo. Preferiría ver a la capitana sufrir, en todo caso. Ah, y he adivinado la identidad del asesino a la primera. En cuanto ha salido. Tenía una cara de sospechoso que no se la creía ni él.
Hay algo que quiero añadir antes de terminar. Una serie se hace con el esfuerzo de todos: actores, productores, guionistas, showrunners, cámaras… Si unos no están al cien por cien, el departamento de al lado se contagiará inevitablemente. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que entiendo perfectamente que los actores tengan derecho a negociar ciertos aspectos de su contrato y también que busquen unas condiciones favorables a sus intereses en el mismo pero, señora Katic y señor Fillion: lleváis teniendo trabajo estable durante 7 años, lo cual es mucho más de lo que puede decir una persona media de vuestra edad. Eso se lo debéis a los fans, que se merecen un respeto que vosotros también podéis contribuir a darles. Claro que no queréis que un trabajo concreto dirija vuestra vida pero, queridos, ese es el día a día de cualquier persona, la realidad de cualquier acto por el que se os paga (y se os paga mucho). Así pues, me da igual lo que haga el uno los viernes y la otra en la pasarela de Milán. Un episodio sin uno de los dos protagonistas a estas alturas del partido es completamente intolerable. Que cada vez haya menos escenas juntos, nadie sabe por qué y no pienso meterme a especular, es una tontería como una catedral que afecta al devenir de la serie y a la calidad de la misma. U os involucráis o no, pero cobrar y actuar para salir del paso, poniendo trabas y dificultades a la producción es algo que no me entra en la cabeza. Estoy pensando que voy a ir mañana a donde mi jefa a comentarle que los viernes quiero fiesta y que en un proyecto concreto paso de trabajar porque me voy de viaje. Y que estoy cansada de trabajar con mi compañero de siempre, así que quiero reducir esas horas. Fijo que le fascina la idea.
Lo mismo va dirigido a los showruiners (que también cobran una pasta y que son peores que cualquier actor): lo que no se puede es hacer una línea argumental que solo entendéis vosotros, ignorar el clamor general de un público fiel que lleva años en la pantalla y que os está diciendo que lo estáis haciendo mal para luego salir en las revistas y decir que nos va a encantar lo siguiente que veamos. Por si los 6 millones que han visto este capítulo no comunican lo suficiente, voy a ser clara: NO, NO NOS ENCANTA LO QUE VEMOS. NO, NO ES DIVERTIDO. Es más, es lo peor de la serie y creedme, creí que nunca habría nada peor que la temporada seis. No hay nada más absurdo que unos guionistas que no son capaces de valerse de los múltiples medios sociales que existen hoy en día para darse cuenta de que están llevando a la ruina a un buen entretenimiento. Dicen que todo quedará sobradamente justificado en la finale de invierno pero, sinceramente, lo dudo. De hecho, creo que va a ser una explicación peor que Sleeper. No me fío de nada de lo que dicen porque, hasta ahora, su visión de los hechos no ha sido comprensible ni aceptable para el resto de los mortales. Es el resultado de que los fans sepan más que los propios showruiners. A veces pienso que viven en un universo paralelo. Como dije en Twitter el otro día: si tienes que salir cada semana a explicar qué estás haciendo con un show es que, como guionista, eres un auténtico fraude. El arte del contador de historias consiste, precisamente, en contarlas tan bien que no necesiten aclaración, que el público empatice, que entienda sin contexto alguno. El hecho de que no lo estéis consiguiendo debería daros qué pensar y, quizá, formar en vuestra estrecha mente la idea de cambiar el concepto inicial. No se puede ser tan cabezota cuando se está metiendo la pata. Muchas series lo han hecho a lo largo de su historia y así han ido salvándose o, por lo menos, finalizando honrosamente, cosa que, a este paso, no va a ser el caso de Castle.
Volviendo al capítulo, concluiré diciendo que es normalito. Ni fu ni fa. Podría haber vivido perfectamente sin verlo. El ingenio y el espíritu original siguen brillando por su ausencia, pero eso no es novedad en este pegote al que llamaremos Season 8. Tampoco aporta nada trascendente a la trama general (por llamarla de alguna manera) ni regala ningún momento memorable. Además, el hecho de que Beckett no esté presente demuestra que Slaughter sigue sirviendo exactamente para el mismo propósito ahora que en la temporada cuatro: demostrar que si estos dos no hacen pareja en la resolución de crímenes, la serie cojea.
Cuestiones de vital importancia: ¿Castle miente a dos amigos fieles como Ryan y Esposito por Slaughter? ¿El coche de Espo no tiene dispositivo rastreador? ¿Después de lo mal que lo pasó Castle con Slaughter la primera vez, solo por una historia de contrabando se va corriendo tras él? Con lo independiente que es Hayley, ¿alguien se traga de verdad su papel de consultora? ¿Se han dado cuenta de que mencionar a Vikram no implica que aparezca? ¿Qué es, el personaje fantasma? Cuando tenga un papel importante en la finale va a quedar introducido con calzador. ¿Alguien se ha creído realmente el lado bueno de Slaughter? ¿Soy yo la única que piensa que lo han “suavizado” a conveniencia a partir del personaje que vimos en la temporada 4? ¿De verdad era necesario ponerse a cantar delante de los tipos malos para distraerlos? ¿De verdad pensaron que no sería una situación totalmente ridícula? ¿DE VERDAD? ¿Será cierto que si dices los nombres de los showruiners en voz alta delante de un espejo, tres veces, se cargan otra serie?
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