Chicago Fire 2×15 – Keep Your Mouth Shut (SPOILERS)
Anteriormente en Chicago Fire…
Keeler se libró de la cárcel; suspendieron a Rafferty tres meses por salvarle la vida a un tío sin su consentimiento; Dawson no superó las pruebas para ser bombera pero Jones sí, convirtiéndose así en la nueva PeterMills candidata.
Ser la nueva nunca es fácil. Y menos si tu padre es un ‘importante’ y tú una ambiciosa arrogante que se pasa de sobrada y va por ahí rompiendo sierras, picándose con Herrmann, quejándose a Severide, y amenazando a Dawson.
Rebecca Jones intenta adaptarse a su primer día como nueva candidata en la Estación 51, pero su actitud (y lo que no es su actitud) se lo pone un poco difícil.
Desde un principio deja claro que quiere que se le trate como a ‘uno’ más, y que no tengan ningún reparo con ella solo por ser una chica porque se crió con 3 hermanos, que parece que le enseñaron un par de bromas, como la de hacerle ilusiones a sus compañeros de trabajo llevando una caja de donuts…. vacía.
Jones jugando con los sentimientos de Mouch. Muy mal.
El pobre no gana para disgustos. Después de lo de la caja de donuts, casi le da algo cuando entra al comedor y ve que su sofá ha desaparecido y que ahora está delante del despacho de Boden. Por suerte para todos, Mouch se disculpa con Connie, la secretaria de Boden, regalándole un cactus y ella le devuelve el sofá.
Casey y Severide también se encargan de dejarle algo claro a Jones: Que se calle.
Después de romper una sierra en la primera llamada, ser más rápida que Herrmann (que superó el examen de Teniente) trayendo un extintor en la segunda, y entre medias amenazar a Dawson, Jones por fin tiene la oportunidad de demostrar su valía en un incendio en un bufete de abogados, en el que rescata a una persona. No está mal para ser la primera vez.
En esta serie se empeñan en hacernos odiar al personaje nuevo, y hacer que nos caiga bien capítulos después. ¿Conseguirán hacernos cambiar de opinión con Jones? Ya veremos.
Por ahora la que no cambia de opinión con respecto a Jones es Dawson, que ha regresado a su puesto de paramédico (con el rabo entre las piernas, según ella) y en su primer día no ha dudado en meterse en un contenedor de ropa para salvarle la vida a una chica.
Aún sigue molesta por no haber superado las pruebas y tener que soportar la cara de la doble de Anna Paquin Jones, lo que ha provocado una discusión con Casey en la que finalmente le ha dicho que Jones hizo trampas en el examen.
Dawson no sabe lo que quiere. Primero quería ser médico, ahora quiere ser bombera y tiene que conformarse siguiendo con su trabajo de paramédico. Luego no entiende por qué Casey quiere que los demás le dén un trato justo a Jones, y después se queja cuando él dice que no quiere la responsabilidad de poner en peligro a una mujer, y le da la vuelta a la conversación. Menos mal que después dejan la discusión a un lado y continúan con la búsqueda de una casa a la que mudarse juntos.
Pero lo mejor de tener a Dawson de vuelta son las escenas con Shay. Todas y cada una de ellas más amor que la anterior. Decidme que no os ha encantado ese abrazo al principio del capítulo. O Shay dándole una palmada en el culo a Dawson. O la conversación sobre Jones en la ambulancia, con Shay poniéndole ojitos a Dawson después de decirle que aflojarían los tornillos de la litera de Jones. No sabéis cuánto las echaba de menos.
Ni cómo me he quedado con las ganas de ver la litera de Jones caerse con ella encima.
Pare terminar tenemos el tema de Severide reuniendo a su pandilla de coleguis para ir tras Keeler, ya que parece que Voight y su Unidad no pueden hacer mucho al respecto.
Y con esas le pide ayuda a Clarke y Capp (¿he dicho ya lo mucho que me gusta Capp?), renunciando a la ayuda de Benny, y con Otis entrando en el último minuto.
Justo al final del capítulo y gracias a Lindsay, que no para de pasearse por la Estación y por el Molly’s, nos enteramos de Keeler ha desaparecido.
Parece que Severide y los demás han decidido ignorar los consejos de Lindsay. O no, y volverán a marcarse otro «Clarke vs el ex novio de su mujer», que fue una cosa muy cutre.



